Ante la ley

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La inaccesibilidad de la Ley

Un campesino llega a las puertas de la Ley para acceder a ella, pero el guardián que vigila la entrada no le permite ingresar. Este es el conflicto nodal que presenta el problema de la inaccesibilidad de la Ley en el cuento de Kafka. Pero esto no es todo: la cuestión es que el campesino tiene el conocimiento de que la Ley debería ser accesible para todos y, en rigor, el guardián no le niega la entrada por completo; le dice que quizás, en otro momento, podrá ingresar. De esta manera, la inaccesibilidad de la Ley se instituye en un eterno aplazamiento, que se puede relacionar con una crítica a la lógica burocrática del sistema judicial. Esa lógica se replica en el edificio de la Ley, que, de acuerdo con lo que dice el guardián, está compuesto de salas que bien podrían ser infinitas, cada una de ellas custodiada por un guardián de mayor jerarquía que el anterior. El campesino comprende que no podrá sortear los obstáculos que se le presentan en su camino ante la Ley y decide esperar a que se le allane el camino, lo que hace hasta el momento de su muerte. Así queda atrapado en la espera burocrática, en la posibilidad de que se le autorice el ingreso infinitamente postergado a la Ley.

La autoridad y el poder

Para que la Ley se haga cumplir es necesario una autoridad que tenga el poder suficiente para observar que se aplique y para castigar su incumplimiento. En el cuento de Kafka, la autoridad no está para esto, sino que usa su poder para evitar que se apele a la Ley o que se comparezca ante ella. Paradójicamente, el poder intenta hacer ilegal el acceso a la Ley. El guardián es solo el primero de una larga serie de guardianes, uno más poderoso que el otro, cuyo rol es el de impedir que el campesino ingrese a la Ley. Ese poder se manifiesta en la actitud y las palabras del guardián, que convence al campesino de que cualquier intento por infringir la orden sería en vano. El campesino intenta de diversas maneras convencer al guardián de que lo deje pasar, pero la figura de autoridad del relato es incorruptible: acepta los sobornos del campesino, pero los convierte en intentos inútiles. Esta forma de la autoridad ejerce el poder desaplicando la Ley –todos pueden acceder a la Ley, pero la Ley no es accesible– y, de este modo, oprime el derecho de acceder a la Ley del campesino, que representa en la parábola a todos los campesinos, al hombre común.

La desigualdad y la injusticia

De lo anterior se desprende una idea de desigualdad y de injusticia que transmite “Ante la Ley”. Si el campesino representa a todos los campesinos, por lo que hay algo que en el cuento se frustra respecto de la premisa de igualdad que para el campesino es sentido común: “la ley debería ser accesible para todos en todo momento” (p.232); él es uno de ese todos, y por eso se sorprende al descubrir que no puede ingresar por tiempo indeterminado al lugar donde reside la Ley. El hecho de que el campesino muera esperando deja en el lector una sensación de engaño y de injusticia, puesto que, si el guardián no le hubiera dado la esperanza de que en algún momento ingresaría, tal vez el campesino podría haberse hecho valer de otros medios para reclamar lo que cree justo.

La exclusión y la alienación

La autoridad y la Ley oprimen al campesino y lo conducen a una espera dilatada que se va convirtiendo en impotencia y resignación. El campesino pasa toda su vida a las puertas de la Ley, dilapida todas sus posesiones y va sintiendo cómo el paso del tiempo degrada su cuerpo y su mente. La última pregunta que formula antes de morir es por qué nadie más ha venido en todos esos años a pedir el acceso a la Ley. Desde la perspectiva de la exclusión y la alienación, la respuesta del guardián –“esta entrada solo te estaba destinada a ti” (p.233)– puede ser leída como una forma de enajenar al campesino, que queda aislado de todo contacto con otro ser humano; solo interactúa con la figura imperturbable del guardián, y con las pulgas de su abrigo de piel. En este sentido, el cuento de Kafka realiza un comentario crítico sobre las maneras en que el poder, la burocracia y el sistema judicial dejan al individuo solo y abandonado.

La perseverancia y la resistencia

Desde otro punto de vista, es posible interpretar la espera del campesino como una acción de resistencia. El campesino podría irse, buscar otra puerta de acceso a la Ley. Pero, en vez de hacer eso, persevera en sus intentos, sin perder del todo la esperanza. Dado que el campesino no está obligado a esperar, se podría decir que hace uso de su libertad para no dejarse vencer por la máquina burocrática. Esa es la lucha silenciosa que ejerce contra el impasible guardián. Finalmente, cuando está a punto de perecer, el guardián le dice que cerrará la puerta que le estaba designada. No sabemos si cumple con lo que dice, pero sí sabemos, por el relato, que la puerta de la Ley debe estar siempre abierta. Por lo tanto, es posible interpretar que la estrategia del campesino es cerrar la puerta de la Ley para cancelar su vigencia. Desde esta perspectiva, su espera manifiesta una forma de lucha pasiva contra el sistema judicial que lo oprime.

La búsqueda de sentido

La literatura de Kafka deja siempre un lugar para la ambigüedad y la irresolución, que frustra la interpretación y que no nos permite llegar a descubrir una verdad o un sentido último en sus textos. Esto sucede en particular en “Ante la Ley”. No sabemos por qué el campesino quiere entrar a la Ley; tampoco sabemos por qué no se le deja entrar. La parábola nos interpela a que pensemos en cuestiones como la opresión, la alienación o la injusticia; la búsqueda del sentido persiste. Sin embargo, nos quedamos como el campesino, en un umbral entre el adentro y el afuera, en una zona de indeterminación que no solo posterga el acceso a la Ley, sino también el acceso a la comprensión total del relato.

El absurdo de la existencia

La falta de sentido que mencionamos en el apartado anterior puede llevar a una comprensión del absurdo de la existencia. En el cuento de Kafka, la Ley es absurda en cuanto es indescifrable; deja de ser una entidad abstracta para convertirse en un lugar concreto, pero es un lugar concreto al que no podemos acceder. La paradoja de que la Ley es accesible pero, a la vez, inaccesible plantea también una incoherencia que le quita sentido y lógica a las premisas que regulan el orden social moderno. El protagonista muere en una espera infructífera y por eso absurda, de modo tal que la misma existencia humana se convierte en un sinsentido.